Un día los animales se acercaron a un maya y le dijeron:
—No queremos verte triste, pídenos lo que quieras y lo tendrás.

El maya dijo:
—Quiero ser feliz.

La lechuza respondió:
—¿Quién sabe lo que es la felicidad? Pídenos cosas más humanas.

—Bueno —añadió el hombre—, quiero tener buena vista.

El zopilote le dijo:
—Tendrás la mía.

—Quiero ser fuerte.

El jaguar le dijo:
—Serás fuerte como yo.

—Quiero caminar sin cansarme.

El venado le dijo:
—Te daré mis piernas.

—Quiero adivinar la llegada de las lluvias.

El ruiseñor le dijo:
—Te avisaré con mi canto.

—Quiero ser astuto.

El zorro le dijo:
—Te enseñaré a serlo.

Quiero trepar a los árboles.

La ardilla le dijo:
—Te daré mis uñas.

Quiero ver en la oscuridad.

El gato le dijo:
—Te prestaré mis ojos.

—Quiero conocer las plantas medicinales.

La serpiente le dijo:
—¡Ah, esa es cosa mía porque yo conozco todas las plantas! Te las marcaré en el campo.

Y al oír esto último, el maya se alejó.

Entonces la lechuza dijo a los animales:
—El hombre ahora sabe más cosas y puede hacer más cosas, pero siempre estará triste.

Y la chachalaca se puso a gritar:

—¡Pobres animales! ¡Pobres animales!

 

Fuente:

  • ABREU GÓMEZ, ERMILO. Leyendas y consejas del antiguo Yucatán. Botas. México, 1961.